La manera en que Julia y Julie saboreaban lentamente cada bocado y el ciego amor que le entregaron a la cocina hicieron de esta película una inolvidable. La elegancia y sutileza en la que Julia dominaba el arte de la cocina no solo me hizo agua la boca, también me recordó a ser apasionada y a entregarle el alma a lo que me fascina hacer. Por otro lado el corazón valiente de Julie, enfrentándose con carnes rostizadas, langostas hervidas y salsas derramadas, me impulso a arriesgarme y a no tener miedo de retarme a lo desconocido.
Esta película le quita los famosos tabúes a los libros de cocina. Siempre que compro uno, termino haciendo una o dos recetas, si mucho. Porque hay algo de los extravagantes ingredientes y de las elaboradas preparaciones que nos asusta, lo cual no debería ya que la función de estos libros es precisamente esa, guiarnos para lograr el sabor perfecto.
El juego de tiempos vuelve mas interesantes los hechos, ya que el espectador relaciona mas las protagonistas entre si, a pesar de la diferencia de tiempo.
Julie y Julia me recuerdan a creer. Le entregaron tanta pasión a estas receta que el universo las escucho y conspiró para que triunfaran.